5.9.10

La perfidia de tu amor

La perfidia de tu amor. O, cómo cuatro senadores apuñalaron a la democracia.

Trascendió el viernes que los senadores Allende, Girardi, Lagos y Navarro le quitaron el piso a Fulvio Rossi, quien introdujo junto a ellos un proyecto de ley "Sobre el contrato de matrimonio entre personas del mismo sexo" el pasado 3 de agosto. Sin anuncio previo enviaron una carta a Jorge Pizarro, Presidente del Senado, para retirar su patrocinio. En el caso de Girardi, incluso negar el hecho de su co-autoría. Esto significa dejar el proyecto desahuciado en la práctica, y con él la posibilidad de obtener reconocimiento y resguardo legal para las familias de quienes amamos otramente.

Este acomodaticio "despatrocinio" de un proyecto de ley -- que fue apoyado inicialmente con bombos y platillos -- es impresentable, más allá de si se está de acuerdo o no con la moción legislativa. La forma de operar de los parlamentarios, quienes actuaron sin consultar con el senador Rossi ni informar a las minorías sexuales organizadas, casi como si esperasen que el peso de la noche los protegiera, ofende al espíritu democrático y desprestigia aún más la labor legislativa.

En su carta de despatrocinio, los cuatro escriben que inicialmente apoyaron el proyecto de ley, ya que siempre han defendido los derechos de todos, "más allá de los juicios de valor" de cada cual. Y sin embargo, son precisamente esos juicios de valor los que los han hecho recapacitar. Al juntarse con anónimos representantes de Iglesias Evangélicas, se dan cuenta que no han escuchado a otros actores sociales, creando espacios "que posibilitaran una mirada jurídica y valórica más amplia."

Me parece loable el deseo expresado por estos senadores de involucrar a actores de la sociedad civil en el proceso legislativo. Sin embargo, ¿no es ésta la función del público debate parlamentario? ¿No es el Congreso precisamente el espacio ideal en el cual debatimos y consideramos las razones y visiones de todos los miembros de la sociedad civil, de manera abierta y transparente? ¿No es este foro el único que constitucionalmente garantiza el debate responsable, uno donde conocemos quiénes son nuestros interlocutores? ¿No es éste el tipo de debate maduro que caracteriza a una verdadera democracia? Chile luchó por diecisiete años para obtener la reapertura de este espacio, que es el pilar de nuestra República. Una lucha que con su inconsulta decisión, tomada a puertas cerradas y lejos de la opinión de quienes sí nos vemos afectados por ella, los senadores nos dicen que han preferido no continuar.

Por supuesto, que nadie vaya a pensar que nuestros cuatro héroes no son verdaderos "progresistas." En la carta, adhieren al Acuerdo de Vida en Común, presentado por el senador oficialista Andrés Allamand, que busca "enfrentar y resolver materias relacionadas con la vida de las parejas de hecho en aspectos patrimoniales." Finalmente apoyan entonces a ese mismo proyecto al que ellos se opusieron inicialmente. Ese mismo proyecto que no reconoce la especificidad de la experiencia de quienes no somos heterosexuales, nuestra continua discriminación en el marco político y la sociedad chilena. Ese mismo proyecto que reduce nuestras reivindicaciones, que son las garantías básicas que hacen una vida vivible, a un mero asunto patrimonial.

Me parece significativo que haya sido la presión de grupos religiosos la que haya atemorizado a tal punto a nuestros legisladores que decidieran retirar su apoyo al proyecto del senador Rossi. Quienes seguimos el debate parlamentario y la reciente aprobación del matrimonio igualitario en Argentina sabemos que el alma de este debate reside en la defensa del principio de laicidad del Estado. Son esencialmente religiosos los fundamentos de quienes se oponen a que el Estado reconozca y defienda a nuestras familias. Perdimos, entonces, la oportunidad de ver el espectáculo de esas fuerzas antirrepublicanas que renacen y se reagrupan bajo el alero de quienes también fueron discriminados alguna vez por grupos hegemónicos.

Finalmente, recogen los cuatro senadores la idea de esos anónimos grupos de presión, de someter decisiones sobre los derechos de las minorías a la voluntad de la mayoría del país, reviviendo el fantasma de lo que Alexis de Tocqueville llamaba la "Tiranía de la Mayoría." ¿Es su idea de democracia el someter a plebiscito el derecho de la mujer a controlar su propio cuerpo? ¿El decidir si se debe otorgar o no reconocimiento constitucional a nuestras naciones indígenas? ¿A sabiendas de que grupos de interés expenderán incontables recursos para asegurar su rechazo y así perpetuar la hegemonía patriarcal, heterosexista, racista y clasista en la que ellos fundan su privilegio? Y son estos mismos grupos quienes aterrorizaron a estos cuatro senadores y los convencieron de abandonar el ejercicio de sus deberes parlamentarios.

Es precisamente para proteger a las minorías contra este tipo de abusos que existen hoy las instituciones de la República, entre ellos el debate parlamentario, abierto y transparente. Es por esto que las acciones de los senadores Lagos Weber, Allende, Navarro y Girardi además de impresentables, son una verdadera puñalada a nuestra aún débil democracia.

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