9.3.11

Efemérides

por Iñigo Adriasola, para Estadista.org

De un tiempo a otra parte, el gobierno de Sebastián Piñera celebra muchas cosas. Será quizás el entusiasmo que se contagia entre el alivio y felicidad de haber sobrevivido este primer año a cargo del negocio. Pero en su alegría, el gobierno celebra cosas que nosotros no celebraríamos: un año del terremoto del 27 de febrero del 2010, por ejemplo; una reconstrucción que llega tarde y mal, cuando y si es que llega; o el Día Internacional de la Mujer, la misma que ha visto sus derechos erosionados con el progresivo desmantelamiento de los programas sociales del gobierno.
Celebrar es marcar una fecha con fiestas. Es alegrarse de cosas realizadas: de tareas cumplidas.

Sin logros las celebraciones son palabras vacías, gestos inútiles hechos a desgano.

Si celebramos lo que es ahora, el status quo, celebramos el que localidades completas hayan desaparecido, que gente haya muerto, y que haya todavía hoy pueblos sin agua potable. Celebramos que la mujer continúe siendo objeto de violencia (o que se violente a otros en el nombre de combatir esa violencia), y que legalmente se le condene a ser matriz reproductiva. Celebramos leyes que aún no son leyes, y que probablemente ni siquiera existen aún siquiera como proyecto de ley.


Conmemorar, por otra parte, significa hacer memoria. Y memoria es una palabra que curiosamente causa prurito en la derecha. He aquí una paradoja: esta misma derecha que funda su autoridad en la noción de un mandato ancestral, e imagina a su ley como un "Derecho Natural" o divino encarnado en el tiempo de los hombres, detesta la memoria. Porque la memoria demuestra lo falso que resulta sus celebraciones del pasado, y lo fatua que es su pretensión al futuro.

Hoy, entonces, el gobierno decidió "celebrar" a La Mujer. Una mujer que todavía hoy gana menos que un hombre por el mismo trabajo realizado; una mujer que aún debe cotizar más en seguros; una mujer que a pesar de ser frecuentemente jefa de familia, enfrenta una acentuada precariedad laboral; una mujer a la que aún legalmente se le niega control de su propio cuerpo, y, por lo tanto, ciudadanía plena. Una mujer que hoy, a un año de comenzar el gobierno de Sebastián Piñera, ve la institucionalidad que debía velar por la igualdad de género reducida a cenizas. Una mujer cuyos derechos son cada vez más limitados, mientras avanza un programa que busca sin pudor alguno devolverla a la casa, a atender el teléfono para algún call-center con la teta colgando mientras amamanta a su bebé (lo que conocemos con el eufemismo de "flexibilidad laboral"). En estas condiciones, resulta sintomático que para "celebrar" a la mujer-útero en su día, SERNAM invite a Kramer a contar un par de chistes al escenario.

Aunque a veces sus acciones nos dejan con la duda de cuán conscientes son a la hora de elegir sus palabras, debemos reconocer que quienes nos gobiernan es gente educada, que sabe muy bien la diferencia entre celebrar y conmemorar. Por lo que la elección de verbo para describir la acción que marca a la efeméride dice mucho. Se celebra hoy, por que no hay nada que celebrar. Se celebra hoy porque la memoria es demasiado. Se celebra, para tapar lo que no se ha hecho. Se celebra, para no mencionar las promesas sin cumplir.

Pues bien, ellos celebran. Nosotros conmemoramos.


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Publicado en el blog amigo Curvas Políticas y estadista.org (8/3).

Publicado en el blog del Observatorio de Género y Equidad (10/3).

Notas... en Radio Tierra



Durante mi paso por Chile a comienzos de año tuve el placer de conversar con Natalia Flores y Pilar Pezoa del Observatorio de Género y Equidad. La entrevista fue transmitida el 28 de enero, y se puede escuchar aquí.