7.1.10

dos píldoras, o la historia se repite

Si hay algo que nos revienta a los historiadores, es cuando se usa el cliché "la historia se repite."
Pero más aún revienta cuando los hechos mismos parecen dar razón a ese cliché.

Como mencionaba en un anterior post, en onda eleccionaria y tratando de devolverle sus credenciales "progresistas" a ese cadáver político llamado Concertación, Su Majestad mi Yeina Bachelet, puso suma urgencia a la legislación sobre la distribución de la llamada píldora del día después. Y, después de un trámite flash, en el que la gente votó como se sabía que votarían --pese a algunas "sorpresas" -- pasó lo que tenía que pasar. Un diputado pasó el proyecto al Tribunal Constitucional, donde probablemente morirá. No se le echará de menos, puesto que en el texto ciertos elementos NEFASTOS en el Senado insertaron una cláusula que prohibe al Estado propagar cualquier método que pueda ser considerado abortivo.

Lo he dicho hasta el cansancio. La única "revolución sexual" efectiva es derogar la Constitución de PinoLagos. Los vejestorios en el Tribunal Constitucional, que nuevamente votarán en contra de la píldora, sólo ven en decisión política si se aplica o no la ley. Pero aún si permitiesen que la ley pase, no cambiará la doctrina constitucional respecto a esa cosa que no existe en Chile: la diferencia de género. El marco constitucional, que es el "horizonte de lo posible" en Chile, efectivamente ilegaliza el ser mujer, tal y como falló en el caso de las Isapres.

Escribo esto no por desmerecer lo que significa el acceso a la PDD. Obviamente a alguien que necesita acceso al Levonorgestrel, sea cual sea su uso final, poco le importa un tema tan "abstracto" como es el marco constitucional con el que se perpetuó la dictadura. El que la PDD sea distribuida gratuitamente en consultorios es importante.

El problema es que sabemos que todo esto es un vil juego. La historia NO se repite: seguimos pegados en la misma historia.
Porque se instala un tema, como simple cuña, a sabiendas que no tiene futuro realizable. Porque se permite en un trámite sórdido y poco claro, que se vulnere aún más el derecho de la mujer a controlar su propio cuerpo. Porque aún con distribución de PDD, se seguirá viviendo en la precariedad sexual absoluta. Porque en Chile no hay posibilidad de debate, por cuanto quienes están en el poder siguen controlando los términos del debate.

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