9.6.10

el padrón electoral

En El Mostrador Axel Callis escribe sobre el padrón libre 2014, indicando que en el nuevo sistema el votante pasa de ser elector a consumidor. La columna de Callis es interesante, si bien hay algunas incongruencias notables. Callis, de electoral.cl, está más interesado en describir el cambio en la dinámica electoral que viene (y de paso apuntar a la creciente importancia de los estudios en esta materia... obvio que viene con su propia axe-to-grind). Por ejemplo, ¿cómo es que el elector/consumidor logra transformar la lógica clientelista del Estado? Teorizar el elector como consumidor es, en el fondo, una postura altamente ideológica que tiene su historia propia (el cambio en el discurso político de Estados Unidos, desde derechos a bienes de consumo, etc.), una que continúa pensando en una lógica transaccional, donde el clientelismo simplemente se atomiza progresivamente (de ahí la importancia de la transformación que experimentan las campañas electorales en EEUU en los últimos veinte años).

Sin embargo, vale la pena detenernos a pensar el modo en que la masa actualmente no-votante, sin disciplina partidaria y valores acomodaticios, transforma la política. ¿Es posible repensar la política a partir del reconocimiento de la volatilidad del electorado? Sí, a medida que vemos en el electorado no meros "consumidores" de conducta irracional, sino ciudadanos que participan de modo constante en el sistema aún si los resultados no son los deseados. que desean ser escuchados (¡y no hay duda alguna al respecto!).

En notas... vamos a seguir dándole al cuento del voto libre hasta que nos dé hipo. Porque es importante. Porque transforma nuestra cultura cívica. Y porque presenta una oportunidad inigualable para la Izquierda anti-autoritaria de reagruparse y presentar un programa pro-activo para mejorar nuestra democracia.

1.6.10

Voto voluntario, voto libre.

En su cuenta anual ante el Congreso, Sebastián Piñera anunció reformas al sistema electoral. En el contexto actual, en el que más de dos millones de chilenos no votan, la idea de reformar el proceso es importante. Pero toda reforma es impulsada con fines políticos, y ésta no parece ser la excepción. Soledad Alvear bien indica que la reforma constitucional enviada al Congreso por Piñera para permitir el voto de chilenos en el exterior crea limitantes constitucionales al voto inexistentes hasta ahora. La reforma de Piñera es insuficiente y atenta contra el espíritu democrático, al prolongar la falacia del voto protegido.

El voto libre es la antítesis del voto protegido que postula la Derecha. Por voto libre me refiero a un conjunto de políticas destinadas a la creación de una democracia de masas. Rompemos acá con el concepto de representación popular y el elitismo autoritario inherente a la democracia como es concebida en la Constitución de Pinochet. Vista desde la democracia de masas, la acción política es participación permanente en la cosa pública. Proponer un voto libre significa reconocer la alta politización de la sociedad chilena, y estar dispuestos a convertir ese espíritu crítico en el motor de una nueva forma de hacer comunidad.

La inscripción automática y voto voluntario en sí representan el comienzo del camino hacia un verdadero voto libre. Sin embargo la reforma como se plantea hoy es superflua, si no contraproducente, puesto que estas medidas no garantizan de por sí la participación ciudadana y la formación de una democracia de masas. El verdadero voto libre requiere simplificar el proceso electoral, fomentar la participación y eliminar todas las barreras que la impiden -- no desarrollar más limitantes, como es el caso de la reforma de Piñera, ni esperar a que la liberalización del voto funcione por sí sola.

Apoyar el voto libre significa abogar por un programa amplio que incluya medidas como:

-El voto anticipado.
-El voto postal.
-El voto en el exterior.
-El voto bilingüe, esto es, el reconocimiento en el proceso electoral de la diversidad lingüística de nuestro país.
-La facilidad de votar donde se esté con el documento que se tenga a mano, sin trámites engorrosos.
-Un servicio electoral al servicio del votante.
-La desmilitarización y profesionalización del proceso de voto.

Estas son todas políticas que fomentan la participación, y que tienen un impacto real en nuestra cultura cívica, poniendo el énfasis en la participación del votante, por sobre la imposición de la democracia desde arriba por el Estado. Esto implica desarrollar políticas que tomen en cuenta, por ejemplo, las condiciones de participación para electores rurales en el extremo Sur de Chile. En un contexto así, imaginamos justificado el establecimiento temporal o permanente de bonos y/o exenciones tributarias para quienes participan en elecciones, reconociendo el gasto de tiempo y dinero que significa.

El marco del voto libre convierte en garantes de la participación tanto al Estado, como a políticos y la sociedad civil. La responsabilidad del Estado se halla en el establecimiento y monitoreo de políticas públicas como las que he enumerado. La responsabilidad de la clase política consiste en dar razones para votar. La responsabilidad de la sociedad civil, la de garantizar la movilización y transparencia a través de todo el proceso.

Quienes critican al voto voluntario apuntan a que el voto se encuentra ya concentrado en ciertos grupos socioeconómicos, y que esta divergencia sólo se acentuaría en caso de su voluntariedad. Estos críticos postulan que el voto obligatorio crea condiciones de igualdad de oportunidades para la participación. Ante este argumento podemos indicar que éste simplemente reproduce la situación actual sobre condiciones hipotéticas. En los hechos, el voto obligatorio (1) Continúa castigando a quienes no pueden y/o quieren participar del sistema, (2) No resuelve la dificultad en la participación, ni da respuesta al problema del abstencionismo, (3) En el contexto chileno, perpetúa la relación autoritaria del Estado para con sus ciudadanos, e impone una visión jerarquizada del proceso democrático. El voto obligatorio no da garantías de evitar la reproducción del status quo. Pero el costo último de implementarlo sería aún más alto: el perder la oportunidad de ampliar el horizonte de lo posible y desmantelar progresivamente el andamiaje autoritario de nuestro sistema político.

El debate sobre la reforma electoral constituye una oportunidad inigualable para la regeneración de la Izquierda. El problema que tradicionalmente nos ha ocupado ha sido el exigir ciudadanía para todos. Esta sólo se alcanzará a través de la creación de un voto libre de verdad, del cual el voto voluntario no es más que un primer paso. Nuestro objetivo último es sentar las bases para una democracia desde abajo, una democracia de masas, en la cual el ciudadano sea participante activo y permanente en el sistema político.

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Imagen: Léonard, "Le suffrage universel." 1902. Publicado en Les Temps Nouveaux.
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